dimecres, 2 d’octubre del 2013

APUNTS (71)

MANIFEST TECNORREALISTA (1998)


1. Las tecnologías no son neutrales


"Un gran malentendido de nuestro tiempo es la idea de que las tecnologías están completamente libres de intencionalidad y consecuencias. Eso puede ser porque al ser artefactos inanimados se cree que no pueden crear cierto tipo de conductas. De hecho, las tecnologías están cargadas de intenciones sociales y políticas, a veces creadas a posta y otras veces inconscientemente. Cada herramienta proporciona a su usuario una manera específica de ver el mundo y de interactuar con otras personas. Es importante para todos el considerar los prejuicios, tendencias e intenciones depositadas en las distintas tecnologías y encontrar aquellas que reflejen nuestros valores y aspiraciones.

2. Internet es una revolución, pero no una utopía

La Red es una extraordinaria herramienta de comunicaciones que proporciona una gran cantidad de nuevas oportunidades para las personas, comunidades, empresas y el gobierno. Conforme el ciberespacio crece en número de usuarios, más se asemeja a la sociedad real con toda su complejidad. Por cada aspecto positivo de la red existen también dimensiones maliciosas, perversas o más bien ordinarias.

3. Los gobiernos juegan un papel importante en el mundo electrónico

Contrariamente a lo que muchos claman, el ciberespacio no es un lugar con leyes separadas de la vida real. Mientras que los gobiernos deben respetar las reglas que se han creado en la red y no asfixiar este mundo con regulaciones ineficaces o censura, es de tontos decir que lo «público» no tiene autoridad sobre lo que un ciudadano o una empresa fraudulenta puedan hacer en Internet. Como representantes del pueblo y guardianes de los valores democráticos, los Estados tienen el derecho y la responsabilidad de ayudar a integrar el ciberespacio en la sociedad.

Los estándares tecnológicos y los asuntos privados, por ejemplo, son demasiado importantes como para ser delegados al mercado. Las empresas fabricantes de programas de ordenador tienen muy poco interés en que perduren los estándares y tecnologías abiertas, que son esenciales para el funcionamiento de una red interactiva. Los mercados promueven la innovación, pero esta actividad no repercute obligatoriamente en el interés público.






4. La información no es conocimiento

Alrededor nuestro la información se mueve muy rápido, cada vez es más barata de adquirir y los beneficios son evidentes. Se dice que la proliferación de tanta información es un reto que requiere de nuevas formas de disciplina y escepticismo por nuestra parte. No debemos confundir la emoción de adquirir información o distribuirla con la tarea, más pesada y ardua, de convertir esa información en conocimiento y sabiduría. A pesar de lo que ha avanzado la informática, no debemos utilizarla como un substituto de nuestros niveles de conocimiento, percepción, razonamiento y juicio.

5. Preparar los colegios para la tecnología no es su salvación

Los problemas de los colegios públicos americanos (presupuestos disparatados, fama social, masificación de las aulas, infraestructura decadente, falta de normas básicas) no tienen nada que ver con la tecnología. Consecuentemente, ningún tipo de tecnología llevarà a éstos a la revolución educativa profetizada por Bill Clinton y otros. El arte de ensenyar no se puede sustituir por ordenadores, Internet o la educación a distancia. Estas herramientas pueden, por supuesto, alimentar una experiencia educacional de alta calidad, pero confiar en ellas como la panacea podría ser un fallo bastante costoso.

6. La información quiere ser protegida

Es cierto que Internet y otros inventos recientes están cuestionando nuestras leyes de copyright y las defensas para proteger la propiedad intelectual. La respuesta no pasa por desechar los actuales estatutos y normas. En vez de eso, debemos actualizar viejas leyes e interpretaciones para que la información reciba la misma protección que en los medios
de comunicación tradicionales. El objetivo es el mismo: dar a los autores el suficiente control sobre su trabajo para que tengan un incentivo para crear y que se mantenga el derecho del público de hacer un uso justo de esa información. De ninguna forma la información «quiere ser libre», ha de ser protegida.

7. Las ondas transmisoras de información son de dominio público. El público se debería beneficiar de su uso.

El espacio aéreo digital para poder emitir al que tienen acceso las empresas de comunicación pone de manifiesto el mal uso de los recursos públicos en el campo de la tecnología. La ciudadanía se debería beneficiar del uso de frecuencias de emisión públicas y debería poseer una parte del espectro de frecuencias para fines educativos, culturales y de acceso público. Deberíamos demandar más uso privado de la propiedad pública.

8. Comprender la tecnología debería ser una parte importante para la formación del ciudadano global

En un mundo regido por el flujo de información, las formas que ésta adopta y sus códigos que la hacen visible se están convirtiendo en fuerzas sociales muy poderosas. Comprender estas fuerzas y sus limitaciones y participar en la creación de nuevas herramientas, debería ser una parte importante de un ciudadano involucrado. Estas herramientas afectan nuestras vidas tanto como las leyes y deberíamos someterlas a un escrutinio democrático.

Diversos autors (2012). Los principios del tecnorrealismo
<http://www.technorealism.org/. Traduït a: <http://biblioweb.sindominio.net/telematica/tecnoreal.html

[ Sèrie: Artefactes ]





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